martes, 28 de septiembre de 2010

E de Enamorar

La inicial de tu nombre me recuerda al mes en que los pájaros callan, a los espirales del viento, al fuego que quema las cortinas.
La letra final de tu nombre me recuerda a la negación.
El día que me enamore, voy a dibujarle unos ojos gigantes en su rostro. Una boca de papel de diario y una frase indescriptible. Entonces cuando nos crucemos por primera vez, voy a esconder los almanaques.

lunes, 20 de septiembre de 2010


Estoy tan fuera del mundo o estoy tan detro del mío.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Fuimos.

¡Vete...!
¿No comprendes que te estás matando?
¿No comprendes que te estoy llamando?
¡Vete...!
No me beses que te estoy llorando¡
Y quisiera no llorarte más!
¿No ves?,es mejor que mi dolor quede tirado con tu amor
librado de mi amor final
¡Vete!,
¿No comprendes que te estoy salvando?
¿No comprendes que te estoy amando?
¡No me sigas, ni me llames, ni me beses
ni me llores, ni me quieras más!

(Manzi, Homero)


El domingo pasado llegó esta canción, como por ‘arte de magia’. Crudo, como suena el tango. Esas casualidades que uno nunca logra comprender. En la noche sentí un frío que me recorrió toda la espalda y cada porción de mi columna. Abrí la ventana y miré la luna, tanto tiempo sin verla que ya ni recordaba su brillo.
La misma pared que vió su nombre escrito fue la que me escribió el final. La habitación se tornó un tanto más clara, menos cálida.
Situación: Un día por la noche, sentados, en la altura, solitarios, extraños. Dos imágenes en la pared. Una boca, un oído. Yo tenía tanto por decir, él por escuchar.
Vete ¿No comprendes que te estás matando? En mis pupilas quedaba estática esa escena, la luz que caía sobre su rostro, cómo acariciaba sus mejillas esa tenue iluminación. La calle vacía, los autos que pasan.
Fuimos abrazados a la angustia de un presagio por la noche de un camino sin salidas. Ya no había manera de continuar la oración, una palabra no hilaba a la otra. Mi garganta comenzaba a arder, sus ojos taciturnos se perdían en un pasadizo de espejos quebrados.
¿No comprendes que te estoy salvando? Quería imprimir en su piel las excusas de mi desamor final, sus dedos desaparecían y comenzaba a retroceder en el tiempo.
Fui como una lluvia de cenizas y fatigas en las horas resignadas de tu vida. El tiempo empírico, se acababa. Reíamos. Yo dibujaba en sus ausencias el abrazo que me helaba, era tarde. Sí, ese día estaba terminando.
Bajamos las escaleras, soñé con sonreír. El camino de vuelta se hacía cuasi eterno. Nos íbamos.
Te miré por última vez, para recordarte, para olvidarte.
No me sigas, ni me llames, ni me beses. Te puse contra mi pecho, te respiré. Me despedí.
¿No comprendes que te estoy amando?. La razón de mi adiós.
Adiós.

domingo, 5 de septiembre de 2010


Líneas

(y la incongruencia de doblar en la esquina)



Línea I epistolar del desamor:

El camino del olvido es una delgada línea que quien se atreva a pasarla, probablemente no pueda regresar. Quizás esa mi manera de desintegrar esa línea y comenzar con el olvido, como seda sobre las vértebras.

Tengo ganas de disolverme, ir con el viento . Hoy ya no quiero recordar tus palabras, ni tus silencios, ni tu ayer agobiante, ni tu sendero de mentiras. No quiero límites con esa delgada línea.

Soñar. Siempre me despierto soñando. Hoy supe que esta iba a ser la última oración, el último punto. El final.

El camino del olvido es una delgada línea que no sé cómo, ni por qué comencé a dibujar en los jardines. Me enredé. Me olvidé.

Punto.



Línea curva

¿Cuántas veces me imaginé dentro de una pecera?



Dos Líneas

Una cruz sobre la frente y tu nombre parece un invento.


La línea sobresale

La columna erguida.



Líneas que abren

Una persona es entera en composición, hasta que comienza a caminar, y se abre a la mitad.





Entre Líneas

Ya no me importa (lo que pienso) si las calles terminan (cuando empieza el misterio) donde dice: Basta.