miércoles, 1 de julio de 2015
Chat noir
viernes, 2 de enero de 2015
lunes, 16 de diciembre de 2013
Aurea mediocritas
cerrojos traslúcidos.
Los ojos en llanto, los huesos frágiles.
Pensaba en melodías del alba,
el aroma de los pájaros,
la sentencia a vida, la palabra póstuma.
La tierra fresca, la brisa cruenta
los nosequé que se desvanecen en una ventana,
el vapor, las agujas.
Pensaba en un cuerpo, crudo, débil
los motivos de sus latidos, la
inexorable quietud.
El tacto a río abierto, el abrazo del mar
la vertiente de los silencios.
Pienso.
La metamorfosis del recuerdo es el principio del fin.
viernes, 29 de noviembre de 2013
Una Marilyn cualquiera...
Cómo me mirabas con esos ojos de canica, niña ángel. Algo se desplegaba en la isla de esa mirada, como si allí estuviesen contenidas todas las palabras que una boca no pronuncia. Cómo te acurrucabas en el silencio, en la quietud del atardecer. Tus dedos se entrelazaban en los cabellos, tejiendo misterios, sobre la cabeza de maniquí frente al espejo. Niña ángel, que regalabas vida mientras ella se escurría. Un cuarto con un haz de luz dibujado sobre tus parpados y tus manos tibias colocando la cabellera rubia sobre mi cabeza, jugando a ser una Marilyn un día cualquiera.
lunes, 25 de noviembre de 2013
Diálogos
sábado, 12 de mayo de 2012
lunes, 2 de abril de 2012
domingo, 29 de enero de 2012
Es enero y se termina.
Lo que se calla es una incertidumbre.
Los ojos poco ven. Los días duran menos.
Cada minuto conozco menos a lo desconocido.
Cada vez que veo, comienzo a cegarme. Un poco más.
Lo que se llama tiene la forma de un ala.
Y a veces me voy, en silencio. Un acantilado.
Nada más.
jueves, 23 de junio de 2011
Y
y cuerpos que no lo resisten.
Y hay incendios que comienzan
en los huesos.
Y hay vacíos que parecen completar el espacio.
Y hay secuelas que no comprenden de cicatrices.
Y veredas que no han sido hechas para caminarlas.
Y hay verdades que deben quedarse en silencio.
Un instinto que nace en la discreción.
Y hay un cuerpo que se desliza bajo el agua,
'las cosas caen por su propio peso'
pero también, flotan.
sábado, 2 de abril de 2011
Es enero en Abril, quizá ya esté por el quinto día sin calendario y brújula.
miércoles, 30 de marzo de 2011
'Cada hora muerta pasa como un reloj recién construído'. Eso había dicho, indefectiblemente, cuando se asomó al cristal. Tuvo una premonición antes de abrir los ojos instintivamente. Las sábanas la asfixiaban como nunca antes. Se supo dentro de un armario, se coronó en aluminio. Otra vez una figura extraña se arrimaba desde lo más remoto. Sin señal de alerta se acercó, contempló su imágen reflejada y vio al alba más bella mientras caían las plumas de los pájaros. Esta vez se retiró de sí, pensó en el mar hasta quedar completamente tendida sobre su lecho y apretó fuerte su collar, recién construído. Quedó colocado perfectamente sobre sus huesos mientras se desintegraban sus labios bajo la superficie. Esa sensación nueva tuvo cuando el agua la recorría como una aguja que da sus vueltas más precisas, de un reloj recién construído.
domingo, 13 de marzo de 2011
sábado, 5 de febrero de 2011
Yo creo que vos me entendés desde otro punto,
desde otro sitio,
otro cuerpo.
Desde otro sexo
y otros ojos.
Me comprendés como las hojas
que caen en otoño
luego de una temporada quietas.
Y lo más cruento, en este asunto
Es que yo también te entiendo,
desde otro duelo
y otra cama.
Desde una ventana abierta
y un paseo bajo la lluvia.
Desde el invierno a la primavera.
Te comprendo como cuando florecen
las palabras.
Y marchitan los silencios.
Pero aún...
aún no nos conocimos.
sábado, 22 de enero de 2011
6 p.m.
sábado, 1 de enero de 2011
martes, 28 de diciembre de 2010
Sala de espera
Debo angustias en los hospitales, los rostros pútreos no dicen certezas, se olvidan del olvido, se sientan en la almohada de la clepsidra, divagan por los corredores, a la hora de la noche, la hora del silencio, de escaleras oxidadas, roídas.
Los hospitales callan, a veces. Los recuerdos no conocen la quietud, nada saben del aprendizaje del respiro, la agonía, la calle cerrada, el cemento en puntas de pie.
Temo ver rostros por última vez, fingir la textura de la piel, inventar un tacto inerte, dormirme al mirar la pared. Y el rostro de la última vez se vuelve eterno, intacto. Cobra movimiento, evoluciona, hace muecas, observa, cierra los ojos y regresa en los túneles de los sueños.
Ese rostro, de hospital, de medianoche, de olor antiséptico se difumina, se embebe del alba y apaga el motor.
Al día siguiente, todos preguntan por un cuerpo, obsequian cuerpos de flores, a un cuerpo de madera, otros hacen un cuerpo de mármol, con un cuerpo de fuego, rodeado de cuerpos que han olvidado un rostro, el único, no el último.
La habitación vacía crea un circo de miembros, un rostro final aparece por años. Hay un día en que vuelve el rostro y habla con la voz más enmudecida que se haya oído, sugiriendo devolver las angustias a los hospitales y el sueño a los que jamás tuvieron un rastro de libertad.
domingo, 19 de diciembre de 2010
domingo, 12 de diciembre de 2010
Des Cubro
jueves, 9 de diciembre de 2010
lunes, 8 de noviembre de 2010
¿Ha de ser la melancolía el hígado negro de mis páginas?, ha de ser una mentira. Lo único que vengo deseando a diario es el silencio. Un silencio helado, silencio de ojos cerrados, de manos heridas, de árboles en invierno.
Un cobijo, un hueco bajo tierra, vengo buscando una ciudad que se parezca a mí. También quiero encontrar la modalidad exacta para cambiar la página. Los cuentos deben terminar. Y a veces es mejor la casa vacía. No hacer tantas promesas. Y permanecer bajo el agua.
Quiero viajar, cada vez que lo hago me olvido del invierno, de los árboles. Voy desdibujando las palabras que quedan impresas anteriores al punto.
Y besar los vidrios empañados, subir escaleras, abrir la ventana, gritar dentro de una bolsa de papel… También escribir, sin puntos.Qué paradoja, hace días busco escribir, conectarme con mis adentros y a la vez busco callar, apagar lo que me rodea.Voy a comenzar por dibujar un poco más, taparme los ojos un poco menos.Quizá sea como decía Pablo Neruda: “de cuando en cuando y a lo lejos, hay que darse un baño de tumba”.
lunes, 25 de octubre de 2010
Otro suspiro de Octubre
Y a veces, cuando esa mañana no llega con demoras, espero que alguien se asome y baje sus ojos como persianas...
lunes, 4 de octubre de 2010
Todo es una pradera de sutíles bifurcaciones.
Cuando siento el peso de un péndulo, la hiedra se hace mármol.
Todo es pradera, un jardín inmenso. Un cuento que no tiene núcleo.
Las tardes llegan impuntuales al reloj, cuando florecen.
Hoy tuve premoniciones de espejos. De lluvia inequívoca, del más azul anochecer cayendo sobre las laderas. De pronto el frío colmó los álamos, la pradera ya no estaba. El camino era unitario. El péndulo quieto.
Todo se magnificó a casi, casi se simplificó en nada.
Nada era de clorofila.
Por eso mi pradera está en una pecera, de vidrio. Muy azul.
Como yo.
martes, 28 de septiembre de 2010
E de Enamorar
sábado, 18 de septiembre de 2010
Fuimos.
(Manzi, Homero)
El domingo pasado llegó esta canción, como por ‘arte de magia’. Crudo, como suena el tango. Esas casualidades que uno nunca logra comprender. En la noche sentí un frío que me recorrió toda la espalda y cada porción de mi columna. Abrí la ventana y miré la luna, tanto tiempo sin verla que ya ni recordaba su brillo.
La misma pared que vió su nombre escrito fue la que me escribió el final. La habitación se tornó un tanto más clara, menos cálida.
Situación: Un día por la noche, sentados, en la altura, solitarios, extraños. Dos imágenes en la pared. Una boca, un oído. Yo tenía tanto por decir, él por escuchar.
Vete ¿No comprendes que te estás matando? En mis pupilas quedaba estática esa escena, la luz que caía sobre su rostro, cómo acariciaba sus mejillas esa tenue iluminación. La calle vacía, los autos que pasan.
Fuimos abrazados a la angustia de un presagio por la noche de un camino sin salidas. Ya no había manera de continuar la oración, una palabra no hilaba a la otra. Mi garganta comenzaba a arder, sus ojos taciturnos se perdían en un pasadizo de espejos quebrados.
¿No comprendes que te estoy salvando? Quería imprimir en su piel las excusas de mi desamor final, sus dedos desaparecían y comenzaba a retroceder en el tiempo.
Fui como una lluvia de cenizas y fatigas en las horas resignadas de tu vida. El tiempo empírico, se acababa. Reíamos. Yo dibujaba en sus ausencias el abrazo que me helaba, era tarde. Sí, ese día estaba terminando.
Bajamos las escaleras, soñé con sonreír. El camino de vuelta se hacía cuasi eterno. Nos íbamos.
Te miré por última vez, para recordarte, para olvidarte.
¿No comprendes que te estoy amando?. La razón de mi adiós.
domingo, 5 de septiembre de 2010
Líneas
(y la incongruencia de doblar en la esquina)
Línea I epistolar del desamor:
El camino del olvido es una delgada línea que quien se atreva a pasarla, probablemente no pueda regresar. Quizás esa mi manera de desintegrar esa línea y comenzar con el olvido, como seda sobre las vértebras.
Tengo ganas de disolverme, ir con el viento . Hoy ya no quiero recordar tus palabras, ni tus silencios, ni tu ayer agobiante, ni tu sendero de mentiras. No quiero límites con esa delgada línea.
Soñar. Siempre me despierto soñando. Hoy supe que esta iba a ser la última oración, el último punto. El final.
El camino del olvido es una delgada línea que no sé cómo, ni por qué comencé a dibujar en los jardines. Me enredé. Me olvidé.
Punto.
Línea curva
¿Cuántas veces me imaginé dentro de una pecera?
Dos Líneas
Una cruz sobre la frente y tu nombre parece un invento.
La línea sobresale
La columna erguida.
Líneas que abren
Una persona es entera en composición, hasta que comienza a caminar, y se abre a la mitad.
Entre Líneas
Ya no me importa (lo que pienso) si las calles terminan (cuando empieza el misterio) donde dice: Basta.
martes, 10 de agosto de 2010
No ama ni amanece
en la retórica de un caracol bajo el mar.
El colapso de las arenillas en periodo de defunción cede,
se embriagan con el misterio inmerso bajo rocas petrificadas.
El amanecer entonces divulga ecos de un espiral calcificándose.
La rueda estática quiso pararse. Tristemente, anocheció.
para gritar algo que no muere,
en silencio.
Fue tan cruento el acto
de desarmar las palabras en migajas,
observándolas rodar sobre mi cuerpo.
Me quemaban los pies,
me dormían ansiedades.
Me hacían ficticia sin
una voz real que permitiera
dar un concilio.
He quitado cien agujas a lo largo de mi espina dorsal
Para callar algo que no vive,
un encuentro.
viernes, 16 de julio de 2010
Otra vez me acerco, corro las cortinas y apoyo mi nariz sobre el vidrio congelado. Veo escenas de una ciudad rusa, la nieve cubriendo las veredas, los árboles y sus brazos como conexiones nerviosas generan un marco siniestro, el cielo gris, la gente ausente, los copos que caen ordenados forman fila recta sobre los cables de luz. El marco de la ventana, de madera corroído por el tiempo; el vidrio, cada vez más húmedo. Un aire fresco llega a mí con cada respiración y un sentimiento angustioso recorre mi pecho.
Tengo tantos recuerdos como flores marchitas en el patio de atrás en mi niñez. Hoy vuelvo al año que pasó, al mismo día, y la misma hora. No soy la misma, ni es la misma escena. Sí, la nieve volvió. Pero los brazos que me recorren ya no son los mismos, ni el invierno que se está instalando en la puerta de mi habitación. Las voces se disipan como ecos y en las paredes está decantando esta estación que simula estar próxima a estrenar.
Hoy prefiero ver esa escena desde adentro, externa, fuera de ese mundo que está sucediendo. Quiero que este invierno me haga más dueña de mis emociones y que amar no me duela tanto.
miércoles, 30 de junio de 2010
La realidad que llevo a cabo no es más que una reinvención de los actos. Y probablemente mis recuerdos, no sean más que un tiempo-espacio que jamás existió y solo fue producto de conexiones nerviosas. Percepciones.
Lo que permanece intacto es cada aroma, cada sonido. Pero las escenas estáticas van tomando forma, dinámicamente, hasta quedar una película que se edita constantemente. Y se cuenta como verosímil pero nunca será la misma cuando el punto final caiga luego de la última palabra.
Probablemente yo ya sea otra en los próximos instantes. Ya que voy a estar exorcizando lo que me esté regalando la vida para poder transformar.
jueves, 24 de junio de 2010
No me oscurezcas los sentidos de cognición,
No mueras de repente, no bailes en la cornisa
No tengas temor al miedo, alba.
He preferido anudarte hasta el fin de la noche,
He dicho que sin amanecer no soy más que una puerta cerrada.
Un picaporte que jamás dará inicio a lo eterno.
suspiro que soslaye la identidad de las comisuras de mis ideales.
Presa de un viento inequívoco que fue errando al colisionar con mis sueños,
mis idilios, mis caídas bajo tierra. Embarrándome los ojos.
No hay forma de vivir sin respirar, ni forma de respirar sin aire,
ni aire sin velocidades, ni velocidad sin intensidad,
ni intensidad sin haberte cruzado cuando ya no había tiempo.
jueves, 17 de junio de 2010
viernes, 11 de junio de 2010
Yo conocía el recorrido de una ciudad a la que nunca había concurrido. Entonces abría la ventana y comenzaba respirar el aire seco de la oscuridad. En tanto sonaba una canción que cantaba cada vez más fuerte, mientras acariciaba el terciopelo de los asientos. En el viaje miraba todas las casitas iguales, con tejados rojos y las luces apagadas. La canción continuaba.
De repente algo estrepitosamente me sacudió. Abrí mis ojos de inmediato, dejando el sueño atrás, queriendo recordar la melodía de aquella canción desconocida.
Me levanté y comencé a caminar dejando las sábanas fuera de su habitual sitio, hasta llegar a la ventana. Corrí las cortinas y observé hacia abajo, para mi sorpresa la calle estaba vacía como cualquier noche. Pero en la esquina había un taxi con su cartel de "libre". Y las condiciones de la tentativa negrura del cielo hacían que los escalofríos erizaran mi piel. Cerré las cortinas.
Me escondí bajo el abrigo de mi cama y canté una canción nueva. Me quedé estupefacta, hundiéndome en un profundo sueño, de desorden e introspección. Suelo ser un automóvil que me lleva lejos de mí, con un sonido dintinto y sin ganas de volver.
Mi corazón palpita apresurándome el pecho. Tuve temor. Soñar es tan cierto como cerrar los ojos ante lo desconocido.
Taxi, taxi... ¿Está libre?
domingo, 6 de junio de 2010
martes, 25 de mayo de 2010
Domingo
Cuando en la noche comenzaba a oscurecer, el frío tomó revancha, en tanto mis dedos jugaban elípticamente, dentro cada mano de un bolsillo, aisladas entre sí.
En la ciudad, se encendían luces por doquier en los edificios, la gente murmuraba al pasar, los automóviles danzaban sobre el asfalto, los semáforos a su vez se empañaban, las bocinas eran imperceptibles, casi como un zumbido diluyéndose en el silencio.
Me encontraba en la esquina de siempre, solitaria, esperando que llegara el autobús que ya hacía más de media hora que no aparecía. El hormigueo del invierno se apoderaba de mis piernas.
Llegó. Una vez arriba, sentada al final de su interminable pasillo miraba por las ventanas la ciudad alejarse y recordé qué era el amor. Cada secuencia, se perdía tras el vidrio empañado.
Ya debía bajar, entonces tiré la cinta que daba al timbre, encendiéndose el cartel rojo de “Próxima parada”.
Frente a mí, sobre la puerta de salida, antes de bajar, yo recordaba qué era el amor y ví simbólicamente 3 carteles que llamaron mi atención: “Salida”, “No permanezca en los escalones”, “No apoye sus manos”. Definitivamente el amor es un peligro al que hay que estar dispuesto a someterse.
sábado, 15 de mayo de 2010
miércoles, 12 de mayo de 2010
Vi tu nombre escrito en la pared. Me desperté, lo vi quieto y mudo, con señales y ganas de simbolismos, me proponía recordarte. Yo no sabía más que soñar y abrir los ojos por las mañanas y darme vueltas envolviéndome entre las sábanas estiradas, observando la luz que ingresaba por los pequeños huequitos de una persiana contra el vidrio, y esa reverberación se reflejaba en mi pared. La pared que tenía frente a mí ni bien mis ojos descubrían la mañana y su luminiscencia, pero había un detalle. Estaba tu nombre en cursiva a la misma altura de mis pestañas, ocupando todo el largo del muro, generándome escalofríos. Era un nombre dócil, se dejaba acariciar, pero tenía una cualidad que me daba temor, ya que ni bien rozaba con mi mano sus curvaturas se escribían en mis dedos, nombres más pequeñitos, uno encima de otro.
Decidí salir rápido de allí e ir de inmediato al lavatorio. Tomé el jabón y froté una y otra vez hasta borrar tu nombre de mi piel. Cuando levanté mis manos y las puse en altura, sobre la ventana abierta me percaté de que tu nombre quedaba a trasluz.
Tenía que redoblar la apuesta, ya no podía dejarlo inmóvil flotando en mi sangre.
Corrí hacia la cocina, abrí la alacena, saqué un vaso y comencé a llenarlo de agua. Y bebí, bebí unas 5 veces, sorbos pausados, ya que tenía que purgar tu nombre de mi cuerpo. En un instante se me escapó un suspiro, para sorpresa mía, tu nombre quedaba suspendido en el aire, como humo de cigarro. Entonces empecé a suspirar por doquier, exhalando todo mi ser, y se iba escapando de mí, todas esas letras que componían a una minúscula palabra que al mencionarla me traía en ese preciso momento tu rostro, tus gestos, tu voz, tu andar, tu aroma, tus silencios.
En un agotador acto en el que estaba perdiendo mi respiración, quité todas las repeticiones de ese nombre, pero quedaba plasmado en las paredes, el suelo, el techo, los muebles, el aire.
No tuve alternativa, salí, comencé a correr y en cada bocanada que tragaba ingresaba una letra en mí. Otra vez estaba colmando las esquinas de mi composición corpórea, tu nombre. Me había perdido en el trote indeciso, entonces debía buscar carteles que dijeran en qué calles me situaba. Cuando encontré, estaba ahí tu nombre y la numeración de mis latidos.
Todo comenzaba a colmarse de letras cada vez más grandes, cada vez más pequeñas. Eran tus letras, inquietas y orgullosas.
Quedé enredada en curvas, siniestras letras, palabras, que sólo formaban una palabra repetida una y otra vez. No podía escapar, no podía hacer nada.
Probé con mencionar mi nombre. De repente, una a una se fueron borrando los vocablos y me vi retrocediendo en el tiempo, hasta quedar en la escena inicial abriendo mis ojos, mirando la pared, vacía, blanca y fría.
Una sensación lánguida llegó a mí. Y también, con ello, una angustia que me recorría todo el ser, porque si bien muchas veces habíamos hablado, recuerdo que jamás me dijiste cómo te llamabas.
viernes, 7 de mayo de 2010
martes, 27 de abril de 2010
miércoles, 21 de abril de 2010
Sincrónicamente, una serpiente se muerde la cola,
y el cuento está contándose elípticamente.
De repente un torbellino de nadas más pequeñas
incendian las paredes.
Toman revancha,
galopan salvajes,
en la hierba fresca.
Hubo un día en que supe que iba a mentir.
Tuve miedo, me cambié los ojos por oídos.
Te imploré que tu todo no me vaciara.
Vacilando estoy.
Es de noche y nada me deja sin respiración, sin espasmos,
sin tregua y con ganas de
Todo.
martes, 13 de abril de 2010
a quien ornamento, botones.
A quien diluvio, fuego,
a quien madera hierro
ergo
a quien edén, infierno.
A quien soldadura, encrucijada.
A quien cuchara, plato,
a quien sosiego, ansío.
A quien lunes, viernes.
A quien verde, amarillo
a quien piel, escondite
a quien noche, amanezco
a quien absorba, bebo.
A quien sueño, vigilia
a quien me entrego, amo.
jueves, 8 de abril de 2010
Aún se sienta la resurrección frente a un espejo.
jueves, 25 de marzo de 2010
Es causal.
Los torbellinos en el agua,
en cuanto me lleva la corriente.
Y en el centro del pecho, un hemisferio.
Sincronía pendular.
Tus huesos, marfil dorado,
Tus cuentos, de calles quebradas.
Hay en tu totalidad: Hipnotismo crudo.
Cae un vientre en forma helicoidal.
Tu viento me arrastra,
es el temporal divino.
Otra vez vacilo, enredándome en pútreas algas,
Vuelco en mercurio.
¿Qué has hecho, que todavía
no me mirás con desgana?
Tus huesos, marfil dorado.
Refugio.
martes, 16 de marzo de 2010
viernes, 12 de marzo de 2010
jueves, 4 de marzo de 2010
cae como rocío
sobre un mar de cuerpos.
Se sitúa
en el centro de gravedad
de un hombre
Y comienza a latir.
***
(Los segundos quedaron quietos)
La reacción comenzó con el parpadeo de la noche,
Desvaneciéndose en las extremidades.
Abrí una ventana en mi cráneo
Y la luna ingresó. Quedó
Hasta el canto del sol.
***
Tus palabras me saben a verdades crudas
A filos de cuchillos oxidados,
Lo más siniestro
Es que saboreo tus palabras
Cuando ya han acabado.
***
Tengo un precipicio que
Nace en mis pupilas,
Un acantilado que vive en mi respiración
Y los ecos que retumban,
Mueren en mi boca.
***
La pupila más audaz
Es aquella que no tiene miedo
Al taparse los ojos.
jueves, 18 de febrero de 2010
viernes, 5 de febrero de 2010
5 - 2 = 2 + 1
viernes, 15 de enero de 2010
Otro cuadro/ otra secuencia.
Hoy es oro galáxico, es suerte purpúrea. Hoy es día de inquietudes, de disturbios, de terremotos y maremotos, es casual y causal. Es consecutivo y constante.
Hoy desperté soñándome bajo la tibia tranquilidad de la marea, mientras me llevaba a un horizonte de ruinas y golondrinas. Sentía como se movía, como me llevaba, como el agua se depositaba en mis poros y dibujaba símbolos.
Y yo estaba dormida, en el sueño estaba dormida, mientras estaba dormida también en la realidad y unas ganas afloraban de mis extremidades de despertarme, pero si lo hacía me iba a ahogar... Y quizá el agua se moviera dentro de mi cuerpo y el horizonte de ruinas y golondrinas iba a terminar siendo yo.
Dejé que el agua me condujera hacia la arena y yo prometí no despertar, pero me estaba despertando, y el agua estaba en mis sábanas, sobre mi piel, se movía todo, y todo era nada, porque nada era real, era un sueño que no terminaba y una realidad que no comenzaba. Y sentí un barco rozarme las rodillas, mientras mis dedos se enredaban en algas, pero no había ni una sola voz que me llamara, ni un silencio que abrumara, era nada y todo, era un tiempo inverso, un espejo y una marea que tengo dentro mío en sueños.
Y no te vuelvo, no vuelvo, nome ahogo.
Hoy. Purpúreo y día de sal.
sábado, 19 de diciembre de 2009
viernes, 20 de noviembre de 2009
Mi única certeza se mecía en que nunca fuí la ciencia cierta. Fuí un experimento, una observación diluída. Cuando fueron pasando mis años comencé a experimentar con el barro. Uno a veces entierra y otras, desentierra. Yo hacía los dos actos seguidos. Y también era una acción paulatina. Nunca amé el mes de enero, porque era mi descanzo y renovación. Nunca hablé sin silencios. Hubo un momento en que empecé a detestar la menta, el papel corrugado, los teléfonos, las paredes blancas y la luz que reposa en una mesita de luz. ¿Por qué se llamaba "mesita de luz"? Cumplía más funciones que sostener un velador, que tan sólo era encendido una vez al día, o quizás dos. Coleccioné humanos y me convertí en un paseador de soledades. Tantas veces, que aprendí a acompañarme a cada tienda en invierno para comprarme un abrigo. Pero sabía abrazar y escribirle en los dedos. Una vez me creció una planta y tuve que cuidarla. Pero mi planta se marchitó un día. Tuve que buscar otra, ya no soportaba no ver el verde ante mí. Esta vez me creció un jardín. Me enamoré. Y no hacía más que esconderme tras sus árboles, temía que llegara el verano y no poder ir en busca de mi abrigo como cada invierno. Llegó la primavera. El sol entraba por las ventanas y se iba por las alcantarillas. Tuve que acostumbrarme a la menta, a la luz y a convivir sin mis tapados. Pintar a enero en mis huesos, regar mis verdades y entender por una vez que el velador debe ser apagado, para poder dormir.
martes, 17 de noviembre de 2009
Diez y siete.
Él estaba seguro.
En cada desencuentro aparecía nuestro más preciado encuentro. Los silencios se cargaban de oraciones conectadas con miradas sin pupilas. Cuando lo recordaba sonaba una alarma y cada mañana yo caminaba por la misma vereda para toparme con su rostro. Nos faltaba tiempo, pero para mí siempre era la misma hora. Con la misma textura del terciopelo.
Entonces me aprendí el estribillo de sus canciones, el marco exacto de su perfil, la docilidad de sus manos, el preámbulo para hipnotizarlo, la medida de sus suspiros.
Yo estaba segura.
En cada día del almanaque escribía su nombre. Buscaba la aleación extrema. El éxtasis de sus planetas, sus viajes. Y me regaló un cielo, yo le obsequié una estrella.
Estábamos seguros.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
lunes, 9 de noviembre de 2009
Eco
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