miércoles, 30 de marzo de 2011


'Cada hora muerta pasa como un reloj recién construído'. Eso había dicho, indefectiblemente, cuando se asomó al cristal. Tuvo una premonición antes de abrir los ojos instintivamente. Las sábanas la asfixiaban como nunca antes. Se supo dentro de un armario, se coronó en aluminio. Otra vez una figura extraña se arrimaba desde lo más remoto. Sin señal de alerta se acercó, contempló su imágen reflejada y vio al alba más bella mientras caían las plumas de los pájaros. Esta vez se retiró de sí, pensó en el mar hasta quedar completamente tendida sobre su lecho y apretó fuerte su collar, recién construído. Quedó colocado perfectamente sobre sus huesos mientras se desintegraban sus labios bajo la superficie. Esa sensación nueva tuvo cuando el agua la recorría como una aguja que da sus vueltas más precisas, de un reloj recién construído.

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