Salta por la ventana! Valiente, valiente!
Lo que te voy a contar fue real.
Me perseguía una voz, o en realidad yo la perseguía,
me quería conducir a uno de los estados de putrefacción benefactora
o a uno de esos, en que dan ganas de correr desnudo.
Sí, era como el canto de las sirenas.
Sí, era como el canto de las sirenas.
abrumante...
La voz no cesaba, y yo seguía por un camino, sin saber hacia donde
iba, era de noche, muy tarde, todo estaba oscuro,
y era una zona de ruta, sí, de ruta abandonada... por donde no hay automóviles
y el aire te roza como cuerpos aglomerados,
el silencio comenzaba a hacer sonidos huecos, y a lo lejos se veían luces,
todo parecía inmenso, todo estaba quieto, y a los costados
sólo descampado, al mirar mis pies en su andar... se veían pequeños,
y me aceleraba, sintiendo algo de pánico, sin saber hacia dónde iba, ni por qué,
sólo caminaba, esperando que la luz no se apagara, y siguiendo a esas voces susurrando
que hacían elípsis marina.
Las luces se apagaron.
Y las voces cesaron,
frente a mí, un enorme letrero que decía:
Bienvenido a Caleidoscopía.