miércoles, 16 de julio de 2008

Más que un anhelo matinal, las espesas miradas destellaban espejismos.
Moldeando infiernos punzantes, triturando cuerpos con frío.
La caída se hacia eterna, como un viaje en días de tormenta.
La espuma del cielo masticaba un infinito, de puertas abiertas a una mente cerrada y retorcida
Un crepúsculo asfixiado bajo la uña, y la aurora se despedía sin presagios.
Artilugios en exceso y con ellos las mujeres lucen tan bien, como un objeto artificial.
El líquido que derrama la copa, se liquida en dos segundos, partículas sobre mi mano de papel.
Presumo ser astuta bajo livianas veredas, presumo cuando ya no es necesario presumir.
El ropaje de esta piel gastada lleva pocos años de artimañas, en un juego tan eterno, como finito.
Me desvelo, bajo el velo y las veo.
Presumo, es cierto, me gusta hacerlo...
La ignorancia las corroe, me siento inerte, pero más cinética que potencial, es cuestión de energía.
Fantaseo. Padece de un mal, su pie es demasiado blanco, excita mis ganas de caminar con agujas sobre su espalda, pintada con acuarela.
Él se acerca, muerde mis rodillas, palpo su sudor en la piel de las mujeres más bellas, como sirenas.
Si, vuelvo a presumir, quién dijo que no volvería a hacerlo.
A veces se trata de danzar, y contener los cuerpos en el interior, poseerlos, dañarlos, el dolor se vuelve la peor atracción ...
Lycra rota, maquillaje alrededor de un rostro pálido, es cuestión de materia, y fluir.
A lo lejos ella me mira, no sabe fingir...
Me revuelco en el pasto mojado, suelto mis cadenas.
Maldita sea, soy frágil y débil, acomodo mi piel, musa pérdida.
Cristales de sed en tus senos, bienvenida seas, fina como una cala, impura, ya no sentís deseo.
Presumo, me gusta fingir que te admiro, lánguido artificio, te detesto pero te cuido.

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