martes, 22 de julio de 2008






Un cubo de madera hueco, me somete.
Un hipocampo fértil duerme en la palma de mis manos.
Focos sostenidos por arterias con semblante incandescente
El día se ha quedado a dormir lejos. La noche se esconde tras el día.
Arranco astillas de las paredes, cáscaras de barniz.
Pero, el reposo es absoluto, sobre las plumas de mis alas inmóviles.
No te muevas hipocampo, dejáme que te acaricie con el cuarzo débil.
No me muevas hipocampo, también soy frágil.
No quiero que me saques de mi pecera de aire.
No destruyas mis piernas de parafina, a veces suelo correr.
Y cuando no lo hago, es inercia.
Este cubo de artificio, se está incinerando.
¿Qué hago con mi caballito de mar de vacíos?
Guardo un esternón como arma de doble filo.
Iremos a morir por un rato. La agonía es más pesada que la incertidumbre.
Quietos.
Sobre un río de escamas.
Atardeciendo quietudes.

No hay comentarios: