Enamorarse con pocas pulgas, con todos los centros
descubiertos
A la hora precisa que los días abrazan. Cuando el miedo es
feroz
y las voces se apagan en el crepúsculo.
Enamorarse sin saber más, ni cuándo, ni dónde.
Aventurarse en cada encuentro, sumergirse sin respiros.
Enamorarse, la palabra maldita
La que guarda los rencores, los difuntos.
Pero aún así, practicamos la muerte, el estado natural.
No se puede vivir sin morir varias veces, no en mí.
Y así es que muero, con mis puertas abiertas
Ya sin caminar. Y te espero.