sábado, 12 de mayo de 2012


Enamorarse con pocas pulgas, con todos los centros descubiertos
A la hora precisa que los días abrazan. Cuando el miedo es feroz
y las voces se apagan en el crepúsculo.
Enamorarse con todas las puertas abiertas, cuando los pasos cesan.
Enamorarse sin saber más, ni cuándo, ni dónde.
Aventurarse en cada encuentro, sumergirse sin respiros.
Enamorarse, la palabra maldita
La que guarda los rencores, los difuntos.
Pero aún así, practicamos la muerte, el estado natural.
No se puede vivir sin morir varias veces, no en mí.
Y así es que muero, con mis puertas abiertas
Ya sin caminar. Y te espero.

lunes, 2 de abril de 2012



Todas las noches te escribo en mi mente, imagino cómo sería mirarte sin tenerte frente a mí. Es por eso que uso cuchillas, divisorias de la realidad que finjo y la realidad que espero.
No creo en tus palabras de viento sin ser antes pronunciadas, he inventado un siglo de fulguraciones. No he sido yo, lo confieso. No he sido ella, no he sido.
Esa es mi verdad más mediata. No supe mis ojos sin los tuyos, las calles y el frío parecen ser sinónimos entrañables.
He vestido pretextos, piedades, incoherencias y en cada esquina, ahí podía encontrarte. Queriendo ser imaginado sin tenerme cerca, una noche en la que te escribiera. Y aquí estamos, porque aquí, no nos hemos olvidado quienes somos.

domingo, 29 de enero de 2012

Es enero y se termina.



Lo que se calla es una incertidumbre.

Los ojos poco ven. Los días duran menos.
Cada minuto conozco menos a lo desconocido.
Cada vez que veo, comienzo a cegarme. Un poco más.
Lo que se llama tiene la forma de un ala.
Y a veces me voy, en silencio. Un acantilado.
Nada más.