lunes, 2 de abril de 2012



Todas las noches te escribo en mi mente, imagino cómo sería mirarte sin tenerte frente a mí. Es por eso que uso cuchillas, divisorias de la realidad que finjo y la realidad que espero.
No creo en tus palabras de viento sin ser antes pronunciadas, he inventado un siglo de fulguraciones. No he sido yo, lo confieso. No he sido ella, no he sido.
Esa es mi verdad más mediata. No supe mis ojos sin los tuyos, las calles y el frío parecen ser sinónimos entrañables.
He vestido pretextos, piedades, incoherencias y en cada esquina, ahí podía encontrarte. Queriendo ser imaginado sin tenerme cerca, una noche en la que te escribiera. Y aquí estamos, porque aquí, no nos hemos olvidado quienes somos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La persuasión que los días nunca trajeron...

Anónimo dijo...

No merezco ser perseguido por alguien tan feo. Es ridículo, además, porque hace tres años que te lo vengo diciendo. Me rectifico: no merezco ser perseguido por alguien tan feo y con tan pocas luces...