sábado, 6 de septiembre de 2008


Tuve que comprenderlo todo, o así simularlo...
Tuve que adaptarme a las fuerzas a un nuevo sitio,
y una nueva forma de interpretar/vivir... Cuando llegué a Caleidoscopía
nadie me guiaba, las calles eran anchas como boca de tiburón, y el aire corría, dibujando siluetas en los refugios de la cabeza que compone a un cuerpo.
A la mañana, el timbre despertador era el sonido emitido, de algún animal proveniente del mar,
claro, olvidé aclarar que Caleidoscopía era una ciudad próxima al Muelle Crepúsculo, sí, Puerto Mantarraya, el temido puerto.
Todos comentaban (aunque en voz baja) que cuando se ingresaba a esta ciudad era imposible salir de aquí, era como una especie de domo gigantezco, o talvez un sueño infinito del que uno nunca puede despertar cuando se suemerge en las aguas cerebrales y despierta sucesivamente de los sueños en que traga arena...
Pero más allá de tanta explicación, un atardecer, escapé y me dirigí al muelle, y observé que habitaban la gran gelatina azul, unas formas extrañas, aplanadas, con una larga cola, y círculos dibujados sobre sí, que generaban descargas eléctricas y estas una cierta atracción extrasensorial...
Cuando quise acordarme, estaba envuelta por un montón de estas criaturas. Perdiendo la noción del tiempo, y espacio... (o talvéz mi identidad)

2 comentarios:

Lux dijo...

Hola mi querida!!

muchas gracias por tus palabras!!

el cadáver exquisito lo he continuado y lo he enviado, no sé si ha seguido navegando o encalló en alguna orilla. Se lo envié a Verónica (teleoalreves) para que lo continúe...

Cuándo es que venías a Buenos Aires?

Unknown dijo...

muy lindo todo ! :)




Jime-