domingo, 9 de noviembre de 2008





De las cenizas, y de los puertos anclados, de los hemisferios, de las cúspides voy a renacer en cada parpadear, en cada paso que no planee, en cada palabra que no mencione en cada sueño en que no sea protagonista, en cada sorbo que nunca haya bebido. Y a veces en la pradera donde se oculta el sol de mediatarde, me redescubro y creo no ser quien fui, ni calcular la incógnita de dónde provengo y hacia donde me dirigiré a reposar, porque no estoy a la deriva, sino más libre de fragilidad. Y tan quebrantable, que ya ni siquiera, puedo imitarme.

2 comentarios:

@leftraruh dijo...

uno es inimitable,
cuando uno cree tener ciertas
facultades, pasa a ser unico,
y uno sabe bien cuando lo es
porque lo siente y lo nota al verse,
y leerse en muchos casos
(como el tuyo)

.
la incomunicacion fugaz
a veces golpea
(aclaracion anterior)

besos!

dividida dijo...

Yo te veo etérea...
y eso me fascina.
...yo sin ganas de [re]nacer
una delicia todos tus sitios.