domingo, 18 de octubre de 2009

Interpretando




No fue tu tiempo lo que me encadiló
ni tu antojo de vientre,
ni tus quimeras ocultas.
Ni esa luz.
No fue tu gesticulación atorada,
ni tu interpretación retorcida.
Tampoco fue el vidrio en tu boca.
Ni la sensatez despiadada,
ni tus manos entrelazándose.
Fue más simple,
el mísmisimo hecho de que me encandilaras
cuando andaba distraída.







(tiempo después: no puedo conciliar con la distracción)






No hay comentarios: