He hablado tanto conmigo mismo que ya ni me soporto. Las
mismas palabras ubicadas en eslabón, como una larga cadena irrepetible, pero
con la misma secuencia. Me he pedido mil veces silencio, pero aún no he podido
lograrlo, porque siempre tengo algo para decir. A veces, mi lucha es
confrontativa. Jamás pude ponerme de acuerdo conmigo, nunca me pareció correcto
lo que hago y la forma en que lo hago. - Un eterno dilema- me digo, entre
dientes. Y eso, sí, eso, puedo jurar que me exacerba, me irrita. Siempre tengo
la razón ¿no? No, no la tengo. Entonces
es hora de que vaya a dar un paseo y pueda reconciliarme con mis formas,
después de todo… soy el único que me comprende.
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