sábado, 16 de mayo de 2009



correr un hombre, gritaba muy fuerte, sus pasos resonaban en el suelo, generaban un eco con melodía, sus piernas de arcilla se desarmaban con su velocidad, su sudor caía como el rocío invernal toca las hojas amarillentas en mi jardín, su corazón latía como cual cama toca la pared en la entrega de amor. una mujer pasear su hijo en un cochecito con ruedas de los sueños, mientras él pronunciaba palabras que sólo existían en su mundo cual reina era su progenitora, que caminaba sonriente, con un semblante dintintivo, pausadamente, vestida de azul y hasta el cielo parecía pequeño. una anciana, caminaba lento, hilando líneas en su rostro, perdiendo sus ojos en el olvido y un pastillero que marcaba el tempo de su andar. un gato, subiéndose en un árbol rojo, observando, como cual fotógrafo espía la escena criminal de los amantes, quieto y distante, de temperamento cruel, vestido de gris humo todo su infinito cuerpo, limpiándose las penas que lloraban los humanos, mirando su propio dominio del sitio, del universo. un auto, luego tres, luego una ciudad, la gente se rozaba, se aglomeraba, se empujaba, se mutilaba, se hería, pero el paso no cesaba nunca. espejos, vidrios, casas, calles, adoquines, perros, semáforos, techos, carteles, papeles, humo, mesas, sillas, esquinas, canteros, , un lapso. Pero lo más aterrorizante es que tuve que abrir mis ojos, la ciudad estaba vacía, y yo aún, veía.

3 comentarios:

etereα · dijo...

(Me encantó la imagen que contrasta lo pequeño que vos resaltás de lo que en realidad es una enorme ciudad.)

:*

@leftraruh dijo...

Tan observadora y suspicaz.

asi.

Senti cada palabra
y fue estupendo.


(LL)

@leftraruh dijo...

Lo de suspicaz estuvo de mas, quise decir
perspicaz

(se me lengua la traba)